Sin ayuda de calculadoras, libros y tablas, 25 chavales vizcaínos compitieron en un aula del campus de Leioa, mientras sus compañeros alaveses y guipuzcoanos lo hacían en facultades de Vitoria y San Sebastián. Todos tuvieron que elevar el rendimiento de sus neuronas a la enésima potencia para superar el reto. En Leioa, el profesor Jesús de la Calle les aclaraba las bases de la prueba. «No os vais a enfrentar a los ejercicios habituales de clase. Estos son problemas de imaginación, más que de cálculo. Su principal dificultad es por dónde meterles mano», añadió.Los docentes que controlaron las pruebas en este campus no se detuvieron en buscar 'chuletas'-«no les servirían para nada».
Después de las instrucciones oportunas les aconsejó que «pensaran a gusto». Al destapar el examen, hubo un momento de picor de cabeza colectivo mientras que algunos esbozaban un gesto entorpecido y otros dejaban escapar una breve risa floja.
Pero lo cierto es que no hay mucha gente que sea capaz de imaginar un «cuadrilátero convexo» e incluso se atrevan a «trazar las perpendiculares desde cada vértice a la diagonal que no pasa por él». Al menos, esto es lo que exigía el segundo ejercicio al que se enfrentaron los estudiantes. De hecho, los que resolvieron el problema demostraron que «los cuatro puntos de intersección de cada perpendicular con su diagonal forman un cuadrilátero semejante al dado».
En general este concurso sirve para poner a prueba la inteligencia de cada uno de los participantes, muchos jovenes afirmaban que ellos venían para poder probar nuevas cosas, cosa que seguro han hecho.